La nueva Cara (Sur) de la vitivinicultura

Barreal, Calingasta, sin duda, es el nuevo polo vitivinícola de San Juan. Tanto que esta semana inauguraron la nueva bodega Cara Sur, producto de un trabajo que vienen realizando cuatro amigos desde hace una década.

 

Dueño de una belleza sin igual, un cielo límpido como pocos, rodeado de montañas, bañado por agua de la Cordillera de Los Andes, un clima óptimo, un suelo privilegiado, y, por sobre todas las cosas, emprendedores que se enamoraron del lugar y de su historia. Una sumatoria que sólo puede tener como resultado excelentes vides y vinos que nacen en este oasis cordillerano preservando el legado de sus antepasados. Este espíritu por rescatar las vides que quedaban de aquellos viticultores que iniciaron la actividad hace más de 80 años, el uso de vasijas de hormigón, el cuidado natural del proceso del vino, está dando una identidad a la viticultura de la zona, a la que perfectamente se la podría denominar como ´la última perla´ descubierta  desde donde salen grandes vinos. Este concepto es el que arraiga la nueva bodega Cara Sur, una exquisitez por donde se la mire, con una producción actual de sólo 50 mil botellas de la marca con precios que van desde 2.400 hasta los 11 mil pesos (en las vinotecas locales pueden encontrarse a precios un poco más bajos).

La idea de generar este emprendimiento fue de cuatro amigos (y familia): Pancho Bugallo –ingeniero agrónomo-, Sebastián Zuccardi –winemaker-, Marcela Manini y Nuria Añó, quienes enamorados de este terruño decidieron construir la bodega presentada la semana pasada.

Todo comenzó en el año 2011, cuando este equipo de emprendedores buscaba hacer vinos que expresaran la identidad del lugar. Tal era el anhelo por lograrlo que no dudaron en empezar con una barrica en la cochera de los Bugallo, para seguir creciendo en sueños. ´Queremos y creemos en el Valle de Calingasta. Hacemos vinos de montaña que revelan parte del carácter y la cultura de este pueblo andino. Recuperamos una herencia de tiempos que conviven en los paisajes, las formas de labranza y las antiguas viñas del valle. Sostenemos que la mejor forma de interpretar el lugar es atender a la singularidad de la viña, procurando vinificaciones simples pero muy cuidadosas´, dice el ingeniero Bugallo.

La idea, desde un principio, fue resguardar los viejos parrales de uvas criollas y algunas variedades italianas, ubicadas en su mayoría en el paraje de Hilario, sin duda una viticultura ancestral puesta en valor no sólo por quienes la practican, sino por muchos amantes del vino que buscan ´estas joyitas´.

En el año 2020 comenzaron la obra que demandó una inversión de 30 millones de pesos, que fue en parte financiado por el programa de Créditos Fiscales de la provincia. Así quedó construido este coqueto establecimiento que se ensamble en armonía con el paisaje y cuenta con una capacidad final de 100.000 litros. Una cifra más que importante si se tiene en cuenta que alcanzará para vinificar todas las uvas que trabajan en el Valle.

Quizá para algunos sanjuaninos la marca Cara Sur sea una novedad que los invita a descubrir nuevos vinos, ya que la realidad indica que la mayoría de las 50 mil botellas que producen son consumidas en restaurantes de Argentina y el mundo. Este hito marca un antes y un después para el Valle de Calingasta porque su nombre da vueltas por distintas mesas de seguidores y descubridores de vinos, algo que lo ubica en ´un lugar protagónico de la viticultura argentina de hoy y del futuro´, dicen sus dueños.

Vinos muy especiales

Preservar las vides implantadas hace años en parajes barrealinos, es casi el leitmotiv de este emprendimiento. Ahí es donde empieza el secreto de estos vinos. A esto se suma la fermentación espontánea, con levaduras nativas y sin control de temperatura. ´Gracias a las condiciones climáticas de nuestro valle y la inercia térmica del hormigón, las temperaturas durante fermentación no superan los 24 grados´, acota Bugallo.

Luego del descubre, la crianza del vino se hace en un huevo -forma de la vasija- de hormigón de 1.000 litros, hasta embotellar. Todos detalles que ponen en valor la herencia patrimonial.

La marca Cara Sur cuenta con tres líneas bien diferenciadas: Vinos del Valle denominados ´Pérgolas´ -son precisamente pequeñas cantidades que se dan en los también conocidos ´encatrados´ de las familias de la zona; los Vinos de Paraje, denominados Cara Sur, y los Vinos de Parcela de los cuales, por ahora, hay dos: La Totora y Los Nidos.

Este último, tope de gama, está dando mucho que hablar. ´Es aromático aunque más bien austero, y sus sabores se van apreciando por capas. Marida muy bien con platos gourmet de finos aromas y texturas. La cosecha de esta parcela especial que es cuna de Los Nidos, se hace manual en cajas de 15 kilos que llegan directo a la bodega en el mes de marzo. Sólo se elaboraron 1.200 botellas de este blend de tintas italianas.

 

 

La fiesta

Como no podía ser de otro modo la presentación de Cara Sur tuvo su fiesta y su brindis bautismal.  Unos 100 invitados llegaron al lugar y fueron recibidos con una degustación de sus vinos en la cava. Todo maridado con  quesos, panes, frutos secos, conservas y dulces en un mercado de productores locales. Un detalle nada menor porque habla a las claras de esta comunión entre emprendedores calingastinos. La música en vivo estuvo a cargo de Neo Tango Trío. Luego se hizo un recorrido por el viñedo del lugar para luego deleitarse con un almuerzo en las galerías de la bodega, servido por el Chef Alfredo Morales, acompañado –lógicamente- con vinos de las diferentes líneas  de Cara Sur.

 

 

** Beber con moderación. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. **

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