Un simple posavasos, un gran detalle para las mesas
Un grupo de jóvenes neurodivergentes crea piezas artesanales reutilizables –como posavasos y dentro de poco, platos de sitio- que venden para demostrar (y fundamentalmente demostrarse) que sus obras tienen utilidad y son valiosas no sólo para darle otro sentido a una comida, sino para abrir una puerta a su futuro proyecto de vida independiente.
¿Quién no ha experimentado más de una vez que el disfrute no pasa sólo por el sabor de una rica comida o los aromas seductores de un buen vino? Sino que se marida de maravillas por supuesto por quiénes comparten ese momento, pero también se nutre de los detalles que convierten a un encuentro de personas en una mesa bien puesta. Y si esos detalles tienen una finalidad social, no hay nada más que agregar: no sólo el paladar y el estómago sino que el corazón desbordarán de felicidad y satisfacción.
En San Juan, hay un grupo de jóvenes que se hace llamar la Mansa Banda, que está integrado por Daniela, María Teresa, Francisco, Matías, Mateo, Martina y Jeremías que ponen toda su dedicación, su buena voluntad, su tiempo y sus mejores talentos para crear esos objetos decorativos para esas mesas descriptas en el párrafo anterior, esas que cumplen al pie de la letra con todas las premisas que buscan aquellos que se permiten darse esos gustitos sencillos y placenteros de la vida.

Estos jóvenes –de entre 15 y 23 años- son personas neurodivergentes que, por iniciativa de una de sus mamás –Alejandrina Belot que es a su vez la craneadora del grupo “Mucho más que autismo”, tanto en las redes como en la cotidianeidad para apoyar a quienes tienen esta condición del neurodesarrollo y sus familias-, más la complicidad del resto de los padres y la ayuda invalorable de un equipo de profesionales de distintas disciplinas, comenzaron a juntarse desde hace más de un año para adquirir habilidades laborales que les permitieran abrirse una puerta con vistas a un futuro y a la posibilidad de diseñar un proyecto de vida, no tan lejano. Así fue como luego de entender y poner en práctica algunas cuestiones básicas (como cumplir un horario de trabajo, no faltar los días de encuentro establecido, preguntar si alguien necesita ayuda, no saltear ninguno de los pasos del proceso de elaboración y por supuesto responder los pedidos del propio “jefe de Recursos Humanos” elegido entre ellos), se dedicaron a armar posavasos en principio y ahora van a empezar a elaborar platos de sitio, a pedido, porque la demanda es impresionante.
Ya vendieron toda la primera producción, inclusive agotaron el stock de otros adornos navideños que hicieron previamente. Ahora tienen lista de espera para sus artesanías en MDF, revestidas con la técnica de decoupage y con motivos alegóricos para las mesas de la Nochebuena. Cada posavasos, luego de pasar por un estricto control de calidad –que verifica que estén bien las terminaciones y no hayan quedado imperfecciones- se empaqueta en un kit de 4 piezas y se etiqueta, también artesanalmente, con un mensaje de los hacedores hacia quién los compra.

“Este proyecto nos ha enriquecido muchísimo el año y la vida. La verdad es que los jóvenes que participan nos sorprenden día a día. Quizás empezaron obligados por las familias para que tengan una actividad para hacer y socializar. Y actualmente están tan entusiasmados y orgullosos por trabajar y aprender una tarea, que nos terminan contagiando a todos”, explica Ale Belot, quien no sólo es la impulsora de la idea siguiendo los deseos y necesidades de su hija, sino que además abre las puertas de su casa para que la actividad tenga lugar dónde realizarse. 
Tan satisfactorio a nivel de cumplir objetivos ha resultado el emprendimiento de los posavasos y platos de sitio que hay muchísimos otros jóvenes que quieren sumarse. Pero no sólo eso. Ya empezaron a evaluar con el equipo –que integran la profe de arte Carlina Vergara, la fonoaudióloga Grisel Riera, la acompañante terapéutica Rita Prior, y las psicopedagogas Melisa Storniollo y Gabriela Buigues- para el próximo año la posibilidad de hacer a gran escala sus piezas decorativas para vender en confiterías y restaurantes o para eventos privados, en donde los objetos podrían ser personalizados.
Lo mejor de todo es que lo que se obtiene por la venta –que se puede concretar a través del Instagram de @Mansa.Banda y de @muchomásqueautismo– cada joven decide en qué quiere gastarlo. En definitiva, es su ganancia. Y su aprendizaje para la vida.
** Beber con moderación. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. **







