Semita(land) en Barcelona
Gastón Barrios Venchiarutti armó un negocio a miles de kilómetros de la provincia con su sabor inconfundible: semitas con chicharrones, basadas en la receta de su abuela y con el recuerdo de las que le compraba a don Ignacio que pasaba por su barrio, todas las siestas. También hace empanadas, pan casero y maicenitas. Hace envíos a toda Europa y sueña con llegar a otros destinos.
Gastón Barrios Venchiarutti vendría a ser el Walt Disney de los sanjuaninos en Barcelona. Y de algunos europeos, también.
No tiene nada que ver con los dibujitos animados. Pero créanme que ha logrado emocionar desde lo más sencillo, evocar la infancia más remota y hacer saborear hasta la nostalgia a todos los comprovincianos que le han hecho un pedido. Y como si fuera poco, les asegura un momento de felicidad y la ilusión de estar un poco más cerquita de su casa. Por todo esto bien le cabria el mote de Walt Disney porque ha creado a su alrededor una tierra de semitas.
Gastón, su esposa y su hija –ahora adolescente y cursando la secundaria, la primera de la familia en aprender el catalán para ir a la escuela a la semana y media de radicarse en Barcelona- dejaron San Juan en plena pandemia. Era enero 2021 y fue la fecha bisagra para cumplir el deseo de forjarse un nuevo destino.
Desde las playas catalanas cuenta que aquí no tenían mayores necesidades económicas en aquel momento. La pareja estaba bien posicionada laboralmente en compañías de renombre. Pero tenían ganas de probar algo más, aunque implicara dejar de lado comodidades y fundamentalmente la familia, amigos y paisaje sanjuanino montañoso (para hacer deporte), lo que, confiesa, más extrañan. Hacía un tiempo que venían gestionando los papeles para llegar “legales” a España, hasta que llegó el momento.
No tenían ni un contacto ni un conocido en Europa. Y lo que es la vida, a partir de la idea de otros sanjuaninos con el que empezaron a frecuentarse a los meses, Gastón se ha convertido en un imán para los locales que quieren darse el gustito de comer algo de su tierra.
“Al principio fue difícil porque por el Coronavirus estaba todo cerrado, inclusive con toque de queda a la noche porque aquí fue muy dura la pandemia, se llevó a muchas personas, muy distinto a como lo vivimos en San Juan. He hecho de todo: cocinar, lavaplatos, vendedor, inmobiliario, aprendiendo de todo un poquito. Ahora soy recepcionista de un gran hostel de 440 camas, con un enorme flujo de gente. Se trabaja muchísimo: 8 horas sin parar”, cuenta este sanjuanino que reconoce que su título de Gastronomía y Turismo, el que nunca puso en práctica en San Juan, en Barcelona, le sirvió muchísimo.
El día de franco sigue trabajando, en la cocina, lo que más le gusta. “Empezamos a conocer gente, algunos inmigrantes como nosotros, mucha gente local, y gente de San Juan por supuesto que son los que me empujaron para que esto salga adelante. Pensando entre todos inquietudes que faltaban en el mercado, empezamos a soñar cómo suplantar esa necesidad humana, de comerse una semita, algo tan sencillo pero difícil a la vez porque no es amasar y listo. Empecé a probar y a probar, a convidarle a los conocidos y así nació el proyecto de Cositas Ricas”, resume la iniciativa que le permite sumar más dinero a las arcas familiares pero a su vez, llegar a muchísimas más gente de la que imaginó alguna vez.
“Yo hago todo y lo disfruto: derrito la grasa para las semitas y los semitones –algo que no fue tan simple porque aquí no hay los mismo cortes de carnes ni la harina es igual-, hago los chicharrones, también con la misma grasa hago la masa de empanadas caseras y por otro lado las tapas de las maicenitas que rellena con mucho dulce de leche. La gente dice que mis productos son únicos”, detalla.
Más del 80 por ciento de sus clientes son argentinos, en su mayoría sanjuaninos. Algunos barceloneses ya se están animando a estos sabores. Si el comprador es una persona que vive en la ciudad, hace el delivery en su propia bicicleta. Si están en otros puntos de España o en otros países de Europa, hace envíos, en cajas envasadas al vacío. Especialmente las semitas –que son su producto estrella- han llegado a Alemania, Francia, Italia, Portugal. “Me han pedido de Australia y de Estados Unidos pero por razones de exportación es muy difícil de enviar. No digo que ya ya, pero más adelante vamos a hacer todo lo que haya que hacer, para concretarle ese gustito a los “sanjua”. Sería genial’’, explica Gastón.
Más allá de su ganancia, el muchacho se emociona cuando ve la cara de quien recibe su paquetito. “Gente de Rivadavia, de Santa Lucia, de Capital, se vuelven locos cuando le llegan las semitas. Me encanta llevárselas calentitas y quedarme charlando como si nos conociéramos de siempre. Es impresionante la cantidad de sanjuaninos que he conocido gracias a esto. No me imaginaba que éramos tantos acá y estamos todos en la misma. Es hermoso ver como se les ponen los ojitos brillosos como si fuese un tesoro, tanto a los que llegaron hace poco como los que viven hace décadas por estos lados. Me pasó con un señor que ya hace 50 años que vive en Valencia. Le mandé un pedido, imagínate, me mandó a decir que nunca más había comido algo así porque nunca más volvió a San Juan porque ya habían fallecido sus parientes. Le cumplí un deseo enorme y eso es muy fuerte. Yo soy feliz fomentando la cultura sanjuanina. No conozco ningún multimillonario, que se haya hecho rico con semitas, pero la riqueza es la experiencia que vivo con cada cliente. Me paso horas viendo mensajes de agradecimientos, fotos. Se me agranda el corazón, como seguramente le pasa a mi abuela porque de ella es la receta”, asegura el emprendedor que ya sueña con tener su propio local con negocios de productos sanjuaninos. En el que además de las semitas, va a ofrecer dulce de membrillo –quiso llevar uno muy famosos pero por las trabas de importación, no pudo-, alfajores con rellenos de pistacho, pan casero, tomaticán y por qué no un espacio donde todo nacido en San Juan pueda recibir un abrazo y sea punto de encuentro.
Una receta conocida
Además de los secretos que su abuela le ha compartido, Gastón trae a su cocina ese sabor inigualable de las siestas de su infancia. “Yo he mamado la cultura sanjuanina a más no poder, siempre la juntadita el domingo, la semita a la mañana temprano. En mi casa del barrio 25 de mayo, le comprábamos a Don Ignacio, que era un semitero de 86 años, que andaba en bicicleta. Su receta era impresionante. Eran muy buenas. Y si uno no estaba atento, cuando hacía la pasada en la bicicleta, tocando la corneta como a las 3 ó las 4 de la tarde, corrías el riesgo de quedarte sin nada. Lo teníamos re fichado, todo el mundo le compraba. Se las volaban. Esa cultura de la semita, la empanada, la cosa casera me ha quedado para siempre y es, lamentablemente, una de las cosas que no se encuentran acá, ni en las grandes ciudades de Argentina, ni del mundo, Si tenés ganas de comer alguna, olvídate, o las haces o las haces, no tenés otra opción. En cambio ahora, me pueden encargar y listo”, dice con un dejo de buen humor.
Fotos: colaboración Gastón Barrios Venchiarutti
** Beber con moderación. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. **