Una buena relación es la clave

Fuente: Vinetur

Encontrar esa unión sagrada entre personas que se atraen, es casi un milagro. Combinar platos y vinos con el fin de disfrutar una experiencia gastronómica única, es también un prodigio. En ambos casos alcanzaría con conocer tips para llevarlo adelante aunque siempre dependerá del gusto personal y esa unión que trasciende el conocimiento. Será pura pasión y amor por lo que se hace.

En definitiva, y en este caso, estamos hablando del arte de combinar platos y vinos con el fin de aprender a realzar las características de ambos. El secreto es nunca opacarlos entre sí (primer parecido a una pareja que quiere perdurar).

El objetivo es que el ensamble de una comida ya sea con tintos, blancos o espumosos, se convierta en una experiencia única.

¿Cómo elegir el mejor vino para cada comida?

Nadie mejor que cada uno para para determinar lo que nos gusta, porque personalmente creo que sobre gustos hay mucho escrito, pero la fórmula indiscutible es el gusto personal.

Claro que si entrenamos el paladar lo mejor será empezar por lo seguro y aprender a encontrar los nuevos sabores.

Existen los maridajes clásicos como las carnes rojas con vinos tintos y las blancas con vinos blancos, ambos casi desechados de los nuevos paradigmas del ´maridaje´, ya que en la actualidad -y con más profundización en el tema- se sabe que pasa por la salinidad, las acideces, las texturas, las asperezas, la complejidad de sus condimentos, entre otras apreciaciones sensoriales. (He aquí otra coincidencia con las relaciones personales)

Una linda pareja

Como sucede en las parejas entre personas, ambos pueden ser muy afines por sus parecidos o muy distintos entre sí, al punto de preguntarse cómo es que pueden estar juntos.

En el primer caso se trata de un maridaje por afinidad, es decir cuando sabores, aromas y sensaciones son similares entre la propuesta gastronómica y los vinos. Son esos casos en que se parecen mucho y, además, se llevan bien. Un caso sería un buen asado de carne vacuna con un gran Malbec, u otro tinto cárnico.

En tanto el maridaje por contraste es aquel en que sus características son opuestas, pero su ensamble es sublime. Por citar un ejemplo, quesos azules con vinos dulces naturales. A esta contraposición de dulce-salado, se pueden sumar otras como lo cremoso y lo ligero y lo ácido con lo graso.

Otro tipo de maridaje que se lleva siempre muy bien es el regional, es decir el de cocina autóctona. Aquel que consiste en armonizar productos de la misma región: vinos locales con cocina del lugar. Un ejemplo son las empanadas salteñas picantes con vino Torrontés, o un buen tomaticán sanjuanino con un Syrah.

Quesos y vinos, más que un placer

Maridaje irresistible si los hay. El tema es encontrarse entre tantos estilos y variedades que ambos tienen.

Las combinaciones son infinitas, aunque la buena noticia es que si se tienen en cuenta ciertos factores el disfrute puede llegar a niveles impensados:

* Quesos de cabra frescos: Espumosos o blancos con acidez similar permiten mantener las cualidades de ambos, aunque la experiencia me indica que quien se anima al juego los debe maridar con dulces naturales. Sensaciones explosivas.

* Para los quesos de pasta blanda, pero con presencia de hongos y con algo de madurez, como suelen ser el Brie y el Camembert, lo ideal es elegir blancos con buen cuerpo, como un Chardonnay con paso por madera. Recomendación: Probar con Dulce Natural, igual que los anteriores.

* Para los quesos semiduros de sabores sutiles y texturas algo pastosas existen distintas alternativas, como un Malbec o Bonarda joven o un blanco firme.

* Los quesos más intensos requieren un vino con presencia, robustez y elegancia. Pueden ser un Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Tannat, o blend de tintas.

* Para los quesos salados, picantes y pastosos (como los azules), los vinos de cosecha tardía o cualquier dulce natural generan en la boca un contraste de sabores muy interesante.

* Para los quesos de pasta dura, sin duda cualquier tinto de buena estructura y un toque de madera maridará de manera espectacular.

Una pareja para la carne roja

La carne principalmente a la parrilla- y el vino conforman la pareja argentina por excelencia. Si bien la mayor parte de los tintos combinan muy bien con los distintos cortes de carne hay que tener en cuenta algunos consejitos:

* Para los cortes magros lo mejor es optar por tintos frutados, y taninos delicados.

* Para los de mayor contenido graso, como el bife de chorizo o la entraña, lo ideal será un tinto de gran estructura y crianza en madera. La razón es simple, los taninos se encargan de limpiar la sensación grasa de la boca.

Un compañero para las carnes blancas

Si se habla mucho del blanco para las carnes blancas, se ha comprobado que lo más importante es cómo fue preparada esa carne y que salsa o guarnición lo acompaña. En este caso el tip es sencillo: Si la preparación es magra y sin tanto condimento, el vino será blanco para no opacarlo, si es muy condimentada y demandó larga cocción el vino será un tinto liviano. Si el punto es intermedio entre ambos, se puede usar un vino blanco con buena estructura, un Rosé o un tinto joven.

Del mismo modo, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier, bien frescos y aromáticos maridan muy bien con salmón a la parrilla, pollo asado, arroz con pollo y paellas.

Maridajes con pastas

A la hora de maridar vinos y pastas hay un factor determinante: las salsas. Aquellos platos con salsas a base de tomate son muy apropiados para combinar con vinos que tengan mucha frutosidad, como un Malbec con crianza en barricas moderada y paso por boca suave.

Cuando las pastas son más contundentes, ya sea rellenas o acompañadas con salsa bolognesa, lo mejor es optar por un tinto de gran carácter, concentrado, elegante y con una crianza en madera más compleja.

Por último, para acompañar salsas con frutos de mar, lo más apropiado es un Chardonnay aromático, con cuerpo y paso por roble.

 

** Beber con moderación. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. **

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