Ser sommelier

El 3 de Junio, es el Día del Sommelier, áquel trabajador que pone en valor al vino, aunque en los últimos tiempos están los que se han especializado en té, yerba mate, incluso agua. Todos se caracterizan por su agudeza sensorial, y sobre todo, por su capacidad de comunicar.

Todavía mucha gente se pregunta ¿sommelier? ¿y eso qué es? ¿Algo que ver con un sommier? Sí, aunque sólo coinciden en su raíz etimológica. Cuenta la historia que en la Francia medieval, ´los señores solían llevar en sus viajes a una persona que se encargaba de transportar sus pertenencias más valiosas, entre ellas, sus mejores vinos, que cargaban en burros y mulas, llamados en francés bêtes de somme (bestias de carga)´. Estas personas se llamaban sommerier, nombre que en el francés moderno mutó a sommelier para designar a quienes se especializan en vinos. Así es como ambas palabras comparten la raíz que significa carga. Nada más que esa coincidencia. En la actualidad un sommelier no es otra cosa que un comunicador del vino.

Es aquel que lo sabe apreciar,  que lo pone en valor para no olvidar su raíz cultural, que sabe que detrás hay un enorme trabajo en cadena que comienza con el peón de viña, luego los que intervienen en su elaboración, fraccionamiento y venta final. Cientos de personas que se empeñan para dar lo mejor de este alimento. Sí, es un alimento –lo dice el Código Alimentario Nacional-, que como cualquier otro debe ser consumido en su justa medida para que el organismo lo reciba como tal. En exceso hace mal, como todo en la vida.

Para ser sommelier es necesario enamorarse del trabajo de otros para poder realizar el suyo. Es necesario ponerse la camiseta para decirle a la gente ´esta no es una bebida cualquiera´, es la que tiene tanta historia como la humanidad, la que se encuentra presente en los libros de las religiones, es la que utiliza el hombre para acompañar la mesa diaria, la que deleita el alma, la que se comparte con amigos, la que cuenta historias, alegrías y penas.

Es el que se compromete con su terruño y los ajenos, el que no para de conocer cosas nuevas, de estudiar, de apreciar y disfrutar.

Afortunadamente ya no es una palabra – ni una profesión- que al menos no le suene a alguien. El sommelier no hace vinos pero sí le pone palabras a cada varietal, a cada corte, a cada enólogo, a cada regante, a cada viticultor, a cada ancestro que aparece en las historias de las etiquetas o en su contenido. Sólo así alguien se convierte en sommelier, más allá de estudiar en centros académicos que, por suerte, son formadores de profesionales.

Algunos realizan degustaciones de vinos y maridajes, otros arman cartas, organizan restaurantes o vinotecas, otros hablan en radio o  televisión, otros escriben, y un puñadito logra posicionarse como crítico de vinos. Siempre comunicando, siempre valorando.

Otros decidieron cambiar de alimento y ser sommelier de aceite de oliva, de yerba mate, de té, de agua, siempre conservando el papel de comunicador.

Afortunadamente San Juan tiene muchos profesionales formados que con esfuerzo han comenzado a insertarse en el medio. La idea no es sólo desearles Feliz Día, sino desearles ´Trabajo´, para que también ellos sean puestos en valor.

 

La fecha

El Día del Sommelier se celebra el 3 de junio en conmemoración a la creación de la Asociación Internacional de la Sommellerie (ASI), en 1959, en Francia. En la actualidad agrupa a más de 55 países en los 5 continentes, entre los que, por supuesto, se encuentra Argentina.

** Beber con moderación. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. **

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